La imagen de Ntra. Sra. de la Amargura es obra del escultor murciano Juan Lorente Sánchez, realizada en el año 1969.
Se trata de una imagen de vestir que presenta tallados el rostro, el cuello y las manos, teniendo articulados los brazos a la altura de los codos.
Originalmente, la imagen se encontraba en actitud orante, arrodillada al pie de una Cruz vacía de la que pendía un sudario, abrazándola. Sin embargo, en la de década de los ochenta del siglo pasado, se alteró la disposición de la imagen por el escultor murciano José Sánchez Lozano, otorgándole la postura erguida que posee actualmente y que puede encuadrarse dentro de la iconografía del Stabat Mater.
El rostro es juvenil, con los pómulos poco marcados y muestra los rasgos propios del dolor de quien acaba de perder a un hijo: la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás y los ojos, pintados sobre la madera, elevan la mirada hacia el cielo, en un gesto de pregunta y súplica. La boca, de labios finos ligeramente entreabierta, como exhalando un suspiro de dolor, permite observar la parte superior de la dentadura y la lengua. La nariz es recta, fina y poco pronunciada, con las aletas ligeramente dilatadas, signo característico de un largo llanto. Asimismo, presenta dos mechones de cabello, tallado y de color oscuro, que caen a ambos lados de la cabeza y se recogen tras la nuca, enmarcando el semblante de la Virgen y permitiendo ver las orejas de la misma.
Las manos presentan rasgos comunes, como los dedos largos y finos, pero muestran, sin embargo, dos posturas diferenciadas: mientras que la derecha se encuentra levemente girada hacia el interior por la muñeca y presenta los dedos ligeramente flexionados en torno a la palma, en actitud de asir el pañuelo que porta en ella; la izquierda se muestra inclinada hacia el exterior, con los dedos extendidos y la palma hueca, recogiendo en ella una corona de espinas de plata.
Por último, la imagen presenta una encarnadura en tonos suaves, sutilmente aceitunados, mostrando un tenue enrojecimiento en la zona de los pómulos y la parte inferior de los ojos, como es habitual tras un llanto prolongado.
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